martes, 11 de septiembre de 2007

Come away whit me






La falda se veía aún más corta a esa hora de la mañana. El rostro, más que cansado, tenía un aspecto ido. Estaba sumergida en sus pensamientos. Una brisa le rozó el pelo y pensó que hacía tiempo que no experimentaba esa sensación de amplitud.
Se había estado revolcando en placeres perversos, provocados por diversas debilidades a las que ponía cada vez más atención. Una fijación con los detalles más pueriles de la condición humana, que descubría observando a la gente con poca luz. Se regocijaba averiguando mentiras, vergüenzas que algunos le confesaban. Pero no lo hacía con desdén. El asunto la enternecía.
Estaba muy sensible.
Un amante ocasional la describió como un ratón asustadizo que brinca ante los estímulos diarios. En el momento ella consideró que la comparación era amorosa e incluso se sintió comprendida.
El ladrido histérico de un perro tras la reja de una casa la hizo saltar, sintió como la sangre le subía a la cara y se acordó de lo del ratón.
“No me la va a ganar esta vez”, pensó y dudó si había dicho la frase en voz alta. Si era así, su ridículo intento de apropiarse del carácter siútico de una heroína de teleserie estaba a punto de cumplirse. Que patético. Miró al perro que seguía chillando.
“Put him to sleep” pensó con desprecio, y esbozó una sonrisa con sus labios llenos de llagas.
El dolor le recordó que gran parte de su ser estaba compuesto por carnes y piel. Y sintió que esa parte de ella estaba extremadamente débil.
Se tiró un cuerito del labio hasta sangrar, lo miró y lo mordió con cuidado. El sabor a hierro de la sangre en su lengua la distrajo.
Recordó la sensación de un afta en la punta de la lengua. El placentero dolor que le provocaba morderla. El goce extraño que le producía mover un diente suelto con la lengua.
Esas presencias intermitentes representaban su realidad carnal. Eso y el sexo.

(I want to feel your body)

Se miró los zapatos en la punta y sintió cómo le ardían los talones. Dos ampollitas rosadas se estaban empezando a formar.
Era día nubloso y el sólo verlo agitó su imaginación. Movimientos seguros, un desdén en las manos, sintió que ese hombre era una posibilidad.
Javiera decidió que era acertado marcar ahí el comienzo de la historia, porque era un hecho real. Parecía un encuentro místico. Propio de un amor a primera vista, novelesco. Sin embargo era cierto y eso le daba fundamentos a sus fantasías.
Lamentablemente después ella lo arruinó todo al confesárselo a Juan (así le gustaba llamarlo).
Se concentró en otro hito. El día en que se saludaron y ella fue capaz de imaginarse, espléndida, entre sus brazos, aunque se sentía tonta.
Repasó la forma de su boca y la manera en que le sonreía moviéndola hacia un lado. Ese era uno se los gestos que despejaban todas sus dudas.
Recordó sus manos y algunos besos muy de cerca.
Se detuvo.
Se estaba adelantando en el relato. Debía revivirlo en orden cronológico para no distorsionarlo demasiado.

Hi Darling:

Te cuento que Juan me tiene trastornada. Ya no sé qué voy a hacer. He desarrollado la técnica de mirar su reflejo en la pantalla del computador, cada vez que pasa por detrás.
No puedo dar vuelta la cabeza cuando pasa al baño (sí que mata pasiones, al baño, pero obviamente ni eso me da repulsión). Porque dejar de mirarlo es imposible. La sola visión de su espalda me cambia el día. ¿Cómo puede alguien relativamente racional cambiar su estado de humor gracias a la visión de una espalda? Misterio.
Además es tonto. Lo he comprobado. Se acerca y me habla de cualquier cosa, fubol, y yo me derrito. Sencillamente no domino la objetividad. Estoy obnubilada.
Quería rozarlo un poquito y sonreírle. No lo hice. Igual que con los diálogos que me invento. Todo preparado para avanzar un poco más en el acercamiento. No me resultan, digo la primera y él contesta cualquier cosa. No entiende el juego. En fin, te dejo de aburrir. Espero pronto tener más novedades.

Besos

Javiera Obsesión

Escuchó cantar los primeros pajaritos. Olvidó el frío que la afectaba y cerró los ojos un momento. Quería alargar el placer lo más posible.
Trató de recordar algún otro momento cúlmine de su historia. Solo lograba reflotar miradas, sonrisas, alguna frase suelta. Su memoria se aceleró.
La leve transpiración que llenó su frente cuando tuvieron que leer muy juntos la pantalla del computador.

Darling:

Estoy pendiente de Juan.
Ayer nos fuimos juntos, y animadita por las miradas le pregunte nada con los ojos y me respondió:
-No
-Ah que bueno
-¿Por qué?
-Por que es bueno saberlo, ¿no? Un buen mozo Soltero...

Me reí. Le digo todo como en broma y se pone nervioso. Fijo que le carga que sea un poco atrevida. Pero no puedo evitarlo. Ya sabes, la racionalidad desaparecida y eso. He llegado a darme discursos, tratando de hacerme entrar en razón. No hay caso.
¿Cómo entender esa rebeldía? Hablando fríamente, Lloré y todo.
Ahora estoy en las mismas, y mi conciencia me dice que esto de Juan, va a ser igual y aún peor. Pero anda a hacer entender al corazón y al cuerpo. Estoy toda disgregada, desgobernada.
Ni siquiera me atrevo a imaginar qué va a pasar si llego a entraparme. Y quedar como una tonta en el país de las maravillas, Te dejo.

Besos

Supo conversarle con dulzura y de a poco irse fundiendo a su lado.
Se sentía tan dueña de sus movimientos.
Se detuvo un momento y pasó la mano por sus labios partidos.

Debe enfocar su concentración, no se le puede ir ningún delicioso detalle.
Los instantes que se miraron antes de darse el beso de película. Delirio tropical. Ella no puede evitar sonreír.
(Susurros sin despegar los labios completamente)
-¿Qué pasa?
-Estás tiritando
-Mmm si, el frío no...
Más besos (y el nunca había hecho esto antes) la humedad de sus labios. Juan terminó con las tensiones. Ya no hay distancia. Todo al alcance de la palma, y le muerde la esquina de la boca mientas el ríe como niño, lo mira y ríe de nuevo, sabe que no podría explicarle todo eso, no le alcanzaría decírselo en palabras.
Agachó la cabeza y lo besó como si tuviera todo el tiempo del mundo.
Él siente es inevitable cosquilleo y esa sonrisa se le instala en la cara.
-Me gustas le dice al oído, y ella piensa que ese es el momento que más permanecerá en su memoria. Quiere guardar el timbre se su voz. Esa era la mejor sensación y él, solo él...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

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Anónimo dijo...

El aporte del loco.
jajaja


javi
conectate
estoy en conflicto mental



Coni.